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Photo credit: Ed Yourdon / Foter / CC BY-SA

Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística en el año 2.012 en España hubo 110.764 rupturas matrimoniales (separaciones, divorcios y nulidades). Dicho dato comparado con los del año 2.010 (99.474 casos) pone de manifiesto una tendencia continua al alza. A los supuestos de separación y divorcio se debe añadir el dato de parejas de hecho (parejas no casadas) con hijos, respecto a las cuales se tramita el procedimiento judicial para determinar la guarda y custodia de los hijos menores de edad, régimen de visitas, pensión de alimentos y uso del domicilio conyugal.

A la vista de estas cifras podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que todos tenemos a nuestro alrededor parejas en ruptura que tienen que iniciar un proceso judicial y no saben cómo: ¿a quién acudir? ¿a dónde ir? ¿qué decisiones tomar?.

Lo más habitual es acudir al despacho de abogados, al que se suele llegar a través de Internet o de la recomendación de algún conocido. Los asuntos matrimoniales o de parejas no casadas suelen llegar a los despachos,  bien en un momento inicial en el que una de las partes ha tomado la decisión de divorciarse o separarse y necesita información sobre el proceso y ayuda sobre cómo plantear la decisión separatoria a la otra parte, o bien en una situación de alto nivel de conflicto por haberse manifestado ya la decisión, lo cual da lugar a mucha tensión en la familia, con discusiones y altercados que afectan a todos y, especialmente, a los hijos.

En algunas situaciones hay una de las partes que niega la realidad; no acepta la decisión de separación o divorcio y adopta una actitud «de avestruz» evitando aceptar la realidad, lo cual es muy frustrante para la parte que ha tomado la decisión y quiere seguir adelante con la separación o divorcio.

De hecho, una de las decisiones importantes que tiene que tomar el abogado/a matrimonialista tras recibir en el despacho a su cliente por primera vez es decidir cómo se va a iniciar el proceso.

A este respecto cada abogado/a iniciará las actuaciones de un modo distinto:

  • Si es conciliador/a habrá opciones para el acuerdo (contactos previos a la presentación de la demanda, conversaciones o reuniones de los abogados con o sin las partes…).
  • Si es un abogado/a litigante planteará de inmediato una demanda contenciosa sin ofrecer antes una conciliación. Dicha demanda le llegará a la otra parte, con un plazo de veinte días hábiles para contestarla con abogado y procurador y se señalará una vista, finalizando el proceso con una Sentencia la cual es apelable, previo pago de una tasa judicial de 800 euros.

La MEDIACION es una alternativa idónea para tratar las situaciones descritas, la cual es absolutamente compatible con el necesario asesoramiento jurídico que las partes necesitan tener en todo el proceso de separación o divorcio. Pongamos un ejemplo y veamos como desde la mediación se puede tratar una situación de ruptura familiar (los nombres son ficticios):

Sara ha decidido separarse de su marido con el que lleva 18 años casada. Tienen dos hijos en común (Alberto y María, de 16 y 12 años de edad). La relación con su marido, Pedro, se ha ido deteriorando hasta llegar a un punto en que la convivencia es insostenible; hay continuas discusiones entre ellos y, últimamente, el hijo mayor, Alberto, ha empezado a enfrentarse al padre llegando casi a la agresión física, lo cual preocupa mucho a Sara. La hija pequeña está triste y hace como si no se enterase de la situación. Pedro, tras las discusiones y a pesar del mal ambiente que hay en el domicilio no quiere oír hablar del divorcio ni de la separación. Sara se siente sola y frustrada y está convencida de que no es adecuado continuar así y que ambos les están haciendo mucho daño a los niños.

Sara solicita una primera cita con los mediadores de Enmediacion. Les expone la situación y los mediadores le explican que la mediación es una vía alternativa al juzgado por medio de la cual ella y Pedro, ayudados por los mediadores, pueden llegar a acordar los términos de su separación o divorcio del modo que resulte más conveniente para todos. Sara pide ayuda para tratar con Pedro la decisión de divorciarse pues éste no le escucha. Los mediadores contactan con Pedro y le explican quiénes son y por qué le llaman. Le ofrecen tener una primera sesión con él y con Sara.

En esta sesión los mediadores informan sobre el proceso de mediación y los principios que rigen el mismo (voluntariedad, confidencialidad, buena fe de las partes). Sara puede explicar cómo se siente, y porque piensa que lo mejor es que se divorcien. Los mediadores ayudan a Pedro a exponer sus ideas. Si hay tensiones los mediadores ejercen de moderadores: conceden a uno y a otro la palabra, escuchan a ambas partes y favorecen un clima adecuado para que ambos se escuchen entre ellos y que puedan reflexionar. Finalmente Pedro acepta la decisión de Sara y manifiesta estar dispuesto a llevar adelante un proceso de divorcio por medio de la Mediación.

Los mediadores les explican cómo sería el proceso: sesiones de una hora y media aproximada de duración en las que se irán tratando los diferentes aspectos: guarda y custodia de los hijos, visitas, pensión de alimentos, uso del domicilio, venta – en su caso – del mismo. Las sesiones se podrán realizar de forma conjunta o separada, de modo que si alguna de las partes quieren tratar alguna cuestión sólo con el mediador lo podrán hacer.

Durante el proceso se alcanzan «micro acuerdos»: se empiezan a tratar las cuestiones que más preocupan y cuando se llega a un acuerdo sobre la misma se anota y se aborda otra cuestión.

Todo ello en un clima de respeto y escucha.

Finalmente, el acuerdo final se plasma en un documento que firman las partes y el mediador.

Lógicamente a lo largo del proceso hay momentos muy difíciles; sin embargo gracias a la profesionalidad de los mediadores y a la participación de las partes se consiguen superar lo obstáculos para alcanzar el objetivo: tratar desde la responsabilidad las cuestiones y alcanzar acuerdos.

Una vez firmado el acuerdo, el mismo será convertido – por los abogados de las partes o por un abogado común – en convenio regulador de divorcio o de separación, que será presentado en el juzgado por el procurador común y ratificado por las partes obteniendo la Sentencia de divorcio.

Tras este proceso, Sara y Pedro mantienen la comunicación necesaria para afrontar las cuestiones que vayan surgiendo: han aprendido a comunicarse sin gritos ni reproches y, además, pueden acudir a la mediación para tratar cualquier otro problema que pueda surgir entre ellos. Y lo más importante: sus hijos han visto que sus padres (quienes les educan y que son su referencia en valores y en comportamiento) han sido capaces de alcanzar acuerdos y han actuado de una forma madura y responsable.

Se trata de un ejemplo sobre una situación concreta, si bien todos los supuestos de ruptura familiar se pueden tratar desde la mediación, salvo los supuestos en los que exista violencia de género por así prohibirlo expresamente la Ley, al entender que en tales casos no se da un correcto equilibrio entre las partes que permita afrontar las cuestiones en igualdad.

En definitiva, la Mediación familiar es una alternativa eficaz e idónea en las situaciones de crisis familiar.